domingo, 18 de junio de 2023

Crónicas y relatos de Xochimiclo

La Casa de la Abuela

La casa de la abuela” es un cuento dentro del compilatorio Campo de flores. Cuentos sobre Xochimilco” de Dulce Isabel Rodríguez Lugo es una recopilación de cuentos que se desarrollan en Xochimilco, lugar que es testimonio vivo de la conservación cultural prehispánica.

Los cuentos son relatados desde la mirada infantil, como es que la imaginación de los niños percibe un paisaje, un mito o una leyenda sobre el lugar que habitan o del que saben poco, pero tiene mucho que contar.

La casa de la abuela

Cuentan, los que lo vieron, que hace muchos años unos hermanos, junto con su mamá, visitaron a su abuela y jamás quisieron irse de ahí. Desde hace tiempo, Iztli y Yali deseaban ir a casa de la abuela, pues su mamá les habló de lo mágico que era Xochimilco. Para llegar a la casa de la abuela Iztli, Yali y su mamá, tenían que viajar en canoa, pues su abuelita vivía en una chinampa, ya que ella cultivaba plantas. Mientras viajaban en la canoa, y mojaban sus manos con el agua, su mamá les contó que, cuando era pequeña, sus bisabuelos le dijeron que las chinampas se construían con troncos, cañas y varas, junto con una mezcla de tierra, hojas y pasto que se colocaba por capas hasta crear esas pequeñas islas.

–Los grandes árboles que ven alrededor de las chinampas eran sembrados para que sus raíces crecieran desde el agua hasta la tierra firme y así poder cultivar en ellas. –dijo la madre, mientras remaba.

Iztli estaba tan concentrado en las historias cuando de pronto un extraño insecto se paró en el borde de la canoa, lo observó detenidamente para apreciar sus alas transparentes y su cuerpo lleno de un brillo azul.

–Es una libélula. Si es azul, tu suerte es doble, son muy bonitas y simbolizan la pureza del agua. ¬–dijo Yali muy alegre. –¿Cómo sabes eso? ¬–preguntó Iztli. ¬¬–Mamá me lo contó. Al continuar con su camino, los niños lograban ver entre pequeños y grandes peces, así como hojas sobre el agua, algunas de ellas tenían pequeñas flores moradas, mientras otras tenían grandes flores rojas o blancas. Esas plantas flotantes parecían un obstáculo para seguir su camino, pero una vez acercándose, el movimiento de la canoa las hacía a un lado, era como caminar en una pasarela.

Cuando llegaron a la chinampa donde vivía la abuela, encontraron un gran lugar lleno de maíz, pues el vecino se dedicaba a cultivarlo. También a lo lejos lograron ver un espantapájaros, así como los diferentes cultivos de la gente que habitaba ahí. Iztli y Yali corrieron lo más rápido que pudieron para ver a la abuela y abrazarla. La casa que tanto querían conocer era muy acogedora, tenía conejos, y un perro muy juguetón. Su patio era enorme y verde. A las orillas de la casa había plantas de diferentes colores y a través de ellas podían ver otras casas que eran igual de pequeñas. A lo lejos escuchaba el eco de risas de niños. Iztli y Yali emocionados se asomaron por la puerta para ver los rostros de quienes reían, les resultó imposible mirar, pero a lo lejos se veían unos volcanes, de los cuales uno de ellos tenía una peculiar forma, parecía una persona acostada cubierta con una manta blanca.

La abuela se acercó y les dijo que lo que observaban eran los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. En la mitología mexica ellos eran una princesa y un guerrero que se enamoraron, y tras su muerte los dioses les entregaron la eternidad convirtiéndolos en volcanes. Al caer la noche su abuelita les preparó un atole de pinole para merendar antes de dormir, disfrutaron su bebida a la luz de la luna, el cielo estrellado parecía un gran manto, esa noche las estrellas brillaban más de lo normal, los hermanos creían que era parte de la magia de estar con la abuela.

Iztli y Yali estaban muy sorprendidos por las maravillas que vieron y vivieron ese día, Xochimilco y la casa de la abuela eran realmente mágicos, justo como mamá les contaba desde pequeños.

Fuente:

INPI; Campo de flores'. Cuentos de la tradición oral de Xochimilco