viernes, 18 de junio de 2021

El Cantor del Proletario es de Xochimilco; Fernando Celada Miranda, poeta, dramaturgo y periodista

La caída de las hojas

Xochimilco es reconocido por muchas cosas; su pasado histórico y lacustre; las míticas chinampas; sus trajineras y los canales por dónde navega Xochiquétzal; sus costumbres y tradiciones que llenan los callejones con las ferias artesanles y gastronómicas, así como por sus más de 400 fiestas; los platillos típicos y olores de barrio gastronómicos tradicionales; La reconocida fiesta milenaria “La flor más bella del ejido”, entre otras. También es lugar de personajes únicos como Dolores Olmedo, Martín de la Cruz, Francisco de Goita y Fernando Celada, entre otros.

En esta ocasión hablaremos un poco de Fernando Celada “El Cantor del Proletario

Fernando Celada Miranda, aunque no lo conozcas tal vez te suene un poco su nombre, pues figura en uno de los principales monumentos, así como en uno de los mas conocidos embarcaderos de Xochimilco, por si no es así  aquí dejamos un poco de quien fue

Fernando Celada fue un poeta, dramaturgo y periodista mexicano por sus ideas fue objeto de persecuciones; Fue un luchador que apoyó al proletariado mexicano, ejerció presión con el periodismo y colaboró en los periódicos: Jalisco Nuevo, Bandera Roja, Redención y otros, llegando a ser considerado como "El cantor del proletariado".

Nació el 30 de mayo de 1872  en Xochimilco en el barrio de San Pedro, hoy Xaltocan, en la poesía escribió varios libros lo que lo catalogaron como un poeta romántico reconocido universalmente, ocupa una de las páginas más brillantes de la literatura nacional e internacional, su obra aparece en la Antología “Las quinientas Mejores Poesías Universales” e inserta su más conocido poema, “La caída de las hojas”.

Publicó excelentes poesías en folletos y periódicos como el “Monitor Republicano”, el” Diario del Hogar”. “Martillos y Yunques” que le dio el apelativo: Cantor de los obreros, por su poesía social. “En capilla” fue un monólogo dedicado a los obreros de la República Mexicana, estrenada en el Teatro Invierno, el 4 de junio de 1896.

Existe una organización civil llamada Patronato Fernando Celada Pro Mansión (Rotonda) de los personajes ilustres de Xochimilco A. C., dedicada a promover la cultura en Xochimilco, así como la importancia de sus personajes históricos.

La Rotonda de los Personajes Ilustres fue construida en la Glorieta y el Jardín llamado Fernando Celada, En su honor fue descubierto un busto en la glorieta que llevaba su nombre el 7 de julio de 1944, la ahora la Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco. En dicho espacio se encuentran los bustos de grandes personajes de Xochimilco tales como: Juan Badiano, Quirino Mendoza y Cortés, Fernando Celada Miranda, Francisco Goitia García y José Farias Galindo. Se encuentra entre las calles Guadalupe I. Ramírez y Calle Pino

El embarcadero más importante en el Centro de Xochimilco también lleva el nombre Fernando Celada Miranda. También una Escuela Primaria ubicada en la Calle de Josefa Ortiz de Domínguez, Barrio de La Asunción, lleva su nombre.

Fernando Celada falleció el 7 de julio de 1929 en el domicilio del Dr. Lucio Núm. 20, Ciudad de México donde se colocó una placa de mármol en 1954. Sus restos fueron trasladados al panteón de Xilotepec, Xochimilco, dejando su nombre en una calle del Panteón de Dolores. Sus cenizas fueron depositadas en una urna de caoba comprada con la cooperación de los vecinos de Xochimilco y tallada por varios obreros mexicanos inscribiendo los nombres de los barrios de Xochimilco.

La caída de las hojas

Cayó como una rosa en mar revuelto…
y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
Es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.
Murió aquella mujer con la dulzura
de un lirio deshojándose en la albura
del manto de una virgen solitaria;
su pasión fue más honda que el misterio,
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.
Espera, – me decía suplicante –
todavía el desengaño está distante…
no me dejes recuerdos ni congojas;
aún podemos amar con mucho fuego;
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas… 
Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas,
cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas. 
Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.
entonces, desplomando tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y andarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías. 
¡No te vayas, por Dios…! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos
como se pueden confundir dos olas.
Deja que nuestras almas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.
¿No ves cómo el amor late y anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya?… Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.
¡Me da pena morir siendo tan joven,
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca!
Y me presagia el corazón enfermo
que si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a contemplarte nunca.
¡Nunca!… ¡Jamás!… En mi postrer regazo
no escucharé ya el eco de tu paso,
ni el eco de tu voz… ¡Secreto eterno!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte ,
me voy a condenar en un infierno.
¡Ay, tanto amor por tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores? 
¡No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante… cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas…
¡perdona si con lágrimas te aflijo!…
-Y cerrando sus párpados, me dijo:
¡espera la caída de las hojas!
¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días…
Pero ¡ay! a veces al soñarla, siento
que estremecen mi ser calenturiento
sus manos cadavéricas y frías…!

Otras de sus obras de este gran poeta son: 

Rosas en Mar 

Retro Calle Mujer Bruma 

Los Cristos Mudos

Los Nublos

En la Fabrica

Martillos y Yunques

En la Fragua

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