sábado, 20 de agosto de 2022

Xochimilco lugar de historias e historia

La Leyendas de los Sabios de Chililico

¿Alguna vez has escuchado la historia sobre los sabios de Chililico?, ¿no? Aquí te contamos un poco

Se dice que los sabios de Chililico, predijeron la llegada de hombres blancos en grandes casas que van por el agua, siendo estas las grandes embarcaciones en las que llegaron los españoles a tierras mexicanas.

También, que a su arribo, Hernán Cortes supo de la existencia de estos personajes, los Sabios de Chililico, y mandó a uno de los sacerdotes a traer al más sabio. Al llegar el Sacerdote acompañado de uno de los Sabios, Hernán Cortés lo puso a prueba, y al ver que era cierto aquello de los Sabios de Chililico, les obsequió unas campanas, mismas que tenían que subir a la capilla, pero estas estaban demasiado grandes y no cabían.

Entonces, ayudados por los Tepoztecos, los sabios de Chililico, utilizaron sus poderes de telequinesis para hacer una ventolera, para sorpresa de los espectadores, en medio de la humareda se iban levantando las campanas, y fueron así colocadas en la iglesia de la ciudad de México.

Así lo cuenta una de las leyenda, aunque esta no es la única. Por su parte, el cronista Rodolfo Cordero, en su narración “El Tepoztécatl y los Sabios de Chililico” cuenta esta historia, pero con un símil a una historia  de Tepoztlna,  Morelos. Pero si lo pensamos bine, que hay algunas similitudes no es de sorprender, ya que hubo un tiempo en que los Xochimilcas estuvieron en la parte norte de Morelos ocupando pueblos de Tepoztlán, Totolapan, Tlayacapan, Ocuituco, Tetela y Hueyapan, entre otros. Por  lo que es natura que hay compartido algunos aspectos culturales: 

Cuando el Tepoztécatl fue invitado a colocar la campana mayor del convento, construido por los dominicos, en uno de los campanarios de la catedral de México; y al mismo tiempo a poner una enorme cúpula.

En vez de honores, el Tepoztécatl, pidió algunas palomas de regalo. A las 2 de la tarde, un fuerte viento se levantó, provocando que la gente que se había reunido en el atrio para observarlo, se cubriera la cara sin poder ver cómo este genio colocaba la campana. Incluso se dice que Tepoztécatl era hijo del dios del viento Ehécatl-Quetzalcóatl.

Tepoztécatl recibió una caja con las palomas que había pedido y las entregó a unos ancianos para que las enterraran en el cerro. Se sabe que esta caja era un cofre que quedó sepultado en el zócalo capitalino. Pero, observando la topografía de Tepoztlán, a un lado de la estatua monolítica del Tepozteco se ve a un gigantesco hombre tallado en la roca que lleva en las manos un cofre.

Es aquí donde se dan las similitudes de ambas historias, pues en la historia de los sabios de Chililico, a Xochimilco también le solicitaron la campana mayor para colocarla en el campanario oeste de la Catedral Metropolitana.

Rodolfo Codero indica que las historias son variadas y hay quienes aseveran que esa campana fue colocada en la catedral de la ciudad de México por uno de los sabios xochimilquense, a la manera de Tepoztécatl, gracias a la levitación de la cual esos sabios singulares tenían conocimiento.

Mitos y leyendas de Xochimilco

Se cuenta que un sabio de Chililico simplemente se montó en la campana y le dijo: " ¡Anda! ¡Vamos a México!", y ambos volaron hacia la Catedral Metropolitana. Después de varios intentos por colocarla y no pudiendo hacerlo, las autoridades virreinales pidieron a los de Xochimilco que la colocaran. Entonces, un sabio ordenó a la campana: " ¡Sube! ", y la campana subió para que la amarraran y quedara por siempre en el campanario. A esa campana, de sonido característico, se le conoce con el nombre de la "Santa María".

 Otra versión dice que el sabio que subió a la        campana se llamó Cuitlalpitoc, que significa enano.   Según vecinos del barrio de la Santísima, ese sabio subió la campana con tirantes de tule, toda una hazaña para aquellos hombres, por el tonelaje del bronce.

Xochimilco como Tepoztlán tienen también su caja de tesoro cubierta por una piedra que estaba frente a la entrada del templo de San Bernandino. Era una piedra con signos indescifrables, de forma rectangular, afirman algunos vecinos, y otros más dicen que era redonda y de color rosa.

Muchos intentaron en vano descifrar los signos. Según relatan las bisabuelas de Xochimilco. Quienes esculpieron esos signos de la piedra lo hicieron para que quienes pudieran leerlos en un futuro remoto, con el solo hecho de hacerlo, la piedra se removería solita y mostraría los preciados tesoros de este pueblo ahí sepultados.

Pero es la historia del Consejo de la Crónica de la Noble Ciudad de Xochimilco, y la investigación de Efrén Romero Acuña, quizá la más calara, pues no solo nos brinda esa parte fantástica, sino también una narración explicativa, como por ejemplo, el porqué se le llama “Santa María” al sonar de las campanas, como lo cuenta Rodolfo Cordero.

Por el año de 1790 se tuvo la necesidad de colocar las campanas de la gran Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Damián Ortiz, arquitecto que dio el último toque a la creación de dicha catedral, encargándose de las torres, se vio en la necesidad de buscar ayuda, ya que las inundaciones de años anteriores dejaron los suelos muy blandos para plantar los andamios de elevación, empotramientos enormes y pesadas campanas.

Se cuenta que uno de los obispos que habían visitado Xochimilco y fuera testigo del izamiento de las campanas del convento de San Bernardino de Siena, les dijo que, entre los campesinos del lugar, eran muy reconocidos los sabios de Chililico, barrio al oriente de esa ciudad, en donde se dice existió una gran escuela de ciencias, artes y oficios. Así que Damián se trasladó hasta ese lugar y platicando con los maestros les dio a conocer su difícil situación.

Ellos estuvieron de acuerdo en ayudarlo después de levantar la última cosecha y de implementar los utensilios para la labor requerida, poniendo como única condición que fuera de noche y que nadie ajeno a ellos estuviera en el entorno, ni siquiera el arquitecto.

Estando de acuerdo, se llegó el día pactado 14 de agosto de 1790. Llegando con todos los implementos en varias canoas hasta la acequia real, permaneciendo ahí hasta que se obscureció y se vació del lugar a los mirones.

Se cuenta que a las 5:30 del día de la Asunción de María se hicieron oír en la ciudad las campanas de la catedral repicando en su honor. Ante la sorpresa de los habitantes que no concebían la rapidez de la hazaña, se comenzó a murmurar que los sabios de Chililico tenían poderes sobrenaturales para elevar solo con la mente grandes y pesados objetos, esto causó gran controversia entre algunos sacerdotes, quienes de alguna manera se aventuraron a decir que era obra del demonio poniendo en peligro la integridad física de los sabios, quien al ser llevados ante un tribunal tuvieron que decir como habían subido dichas campanas y los motivos de sus condicionantes.

Para empezar, realizaron una torre de madera con cama o forro prefabricado, con ixtle y chinamil, con tule fresco, así mismo grandes sogas de los mismos materiales, y contrapesos de roca granítica para la elevación a través de poleas. Esto lo hicieron por la noche cuando los materiales son más dúctiles y fáciles de manejar y la falta de audiencia fue para evitar algún siniestro en caso de accidentes.

Mostraron a la corte un dibujo en papel amate del proyecto, dejando boquiabiertos a los canónigos e interpelantes, recibiendo al final de la audiencia un aplauso sonoro por su sabiduría y fortaleza. Esta historia es parte de la memoria oral de los xochimilca.

Estas historias, si bien son las mismas, solo son una pequeña parte del gran complejo narrativo y de la tradición oral de Xochimilco, y de los mismos Sabios de Chililico, sobre los cuales esperamos traer más, como quien fue “Juan Badiano”, entre otras historias.

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